El Como de Cesc Fàbregas y la arquitectura del riesgo controlado
- LIBROFUTBOL.com

- 22 oct
- 4 Min. de lectura
Actualizado: 25 oct
Por Juan Lauz. Estudiante en la Facultad de Información y Comunicación (FIC). Scout y analista de fútbol.

El Como Calcio dirigido por Cesc Fàbregas utiliza la presión rival como elemento estructural en fases de inicio o reinicio. No intenta evitarla, sino gestionarla para generar ventajas. En un entorno como la Serie A italiana, donde predominan los emparejamientos individuales y las presiones altas hombre a hombre, el Como se apoya en el arquero como generador de superioridad numérica +1 sobre primera altura.

Esa ventaja se expresa desde la primera acción. El arquero participa activamente en la circulación, recibiendo para atraer la primera línea de presión y provocar su salto. Esa atracción tiene un objetivo concreto: fijar al delantero, romper la simetría de la presión y abrir la línea de pase hacia el mediapunta que desciende. En ese momento se activa una secuencia de tres hombres:
1. Arquero (primer hombre): conduce, atrae al atacante y genera la primera fijación. Provoca que el atacante libere su espalda sin cobertura previa o posterior.
2. Mediapunta (segundo hombre, generalmente Nico Paz): desciende desde la mediapunta para recibir entre líneas de presión, ofreciendo una solución vertical.
3. Pivote (tercer hombre): queda libre tras el salto rival y recibe de cara, permitiendo avanzar en ventaja.
El pase del arquero hacia el descenso de Paz es un gesto clave. No busca progresar directamente, sino romper una primera línea rival y provocar un cambio de orientación. Cuando Paz recibe, su control y dirección del primer toque apuntan a activar al pivote, que queda perfilado para girar o avanzar en conducción. El Como no pretende mantener la posesión horizontalmente, sino superar líneas con el mínimo número de toques.
La construcción de la jugada se basa en progresar a través de la presión rival, no en evitarla. Cada salto individual del rival es inducido de forma intencionada, con el fin de generar un espacio libre detrás de él. Como las defensas rivales suelen estar emparejadas en todo el campo, cada salida del bloque defensivo deja un hueco sin cobertura. Fàbregas estructura la circulación del Como para explotar ese espacio en el momento exacto en que se abre.
El pivote, una vez que recibe de cara, suele conectar de inmediato con el centrodelantero que se activa con un desmarque de apoyo. Este movimiento, central en el modelo, cumple varias funciones:
● Dar continuidad vertical sin recurrir a pases de seguridad.
● Atraer a los centrales rivales, generando un nuevo salto que descoordina la última línea.
● Activar el siguiente pase de cara hacia el otro pivote.
● Activar al lejano, generalmente a un extremo que preparó la ruptura.
De este modo, el Como logra salir desde el fondo sin necesidad de pasar por la segunda altura, encadenando una secuencia directa (arquero → mediapunta → pivote → delantero) que mantiene la superioridad posicional generada en la base. El resultado es un equipo que controla el caos de la presión mediante relaciones bien definidas entre sus tres primeros receptores, y que concibe el uso del arquero no como un recurso de emergencia, sino como una pieza activa del sistema ofensivo.
Manipulación de la presión y generación de ventajas contra última línea
En fase ofensiva organizada, el Como mantiene los mismos principios de manipulación, pero aplicados a zonas más avanzadas del campo. El objetivo sigue siendo crear igualdades o superioridades numéricas contra la última línea rival, y para lograrlo, el equipo trabaja sobre movimientos de descenso, fijación y ruptura perfectamente coordinados.

El mediapunta (Paz) y el centrodelantero son las piezas que más inciden en la estructura rival. Ambos suelen descender en simultáneo para atraer a los defensores centrales, tanto en fases de inicio como de reinicio.
Ese doble movimiento provoca dos efectos:
1. Desplazamiento hacia adelante de los centrales, lo que abre el carril central.
2. Liberar profundidad, que el Como busca atacar con desmarques de ruptura diagonal (afuera-adentro) de los extremos.
El Como busca constantemente igualdades numéricas en ataque (3 vs 3 o 4 vs 4) en la última línea. No se trata de un juego de posesión extendida, sino de acelerar el ritmo justo después de haber atraído al rival.
Contra bloques medios, los desmarques de apoyo del centrodelantero son determinantes. Cuando baja para ofrecerse, el atacante no lo hace únicamente para sostener la jugada, sino para arrastrar a un zaguero fuera de su zona. Esa atracción crea el espacio para gestionar una vieja ley del fútbol: “llegar es mejor que estar”.
Incluso en ataques prolongados, el principio no cambia: el equipo trabaja para nunca quedar en igualdad posicional estática. Si el rival ajusta hombre a hombre, el Como responde con movimientos de compensación: descenso de un jugador y ruptura simultánea de otro. Si el rival repliega, el equipo mantiene amplitud con extremos y ocupa el espacio entre líneas con Paz para seguir amenazando con el pase interior.
En conjunto, el modelo de Fàbregas se sostiene sobre tres principios tácticos constantes:
1. Superioridad estructural en inicio: el arquero como jugador de campo para provocar y liberar.
2. Manipulación del marcaje individual: usar descensos y fijaciones para atraer y vaciar zonas.
3. Ataques en igualdad dinámica: llegar a la última línea en 3 vs 3 o 3 vs 2 tras secuencias de tercer hombre y rupturas diagonales.
El resultado es un equipo que no busca controlar a través de la posesión, sino a través de las ventajas numéricas y/o posicionales. En un entorno táctico como el italiano, donde el emparejamiento hombre a hombre condiciona la mayoría de las fases de juego, el Como de Fàbregas ha encontrado una forma de convertir la presión rival en su principal herramienta de progresión.


%2011_30_20.png)


